domingo, 18 de febrero de 2007

Ansiedad: Experiencia necesaria para un nuevo grado de dominio personal.

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La angustia es contagiosa, no porque se transmite de una persona a otra, sino porque se esparce en nuestra propia mente desde un área de preocupación a otra, como una ansiedad desplazada.
La angustia es un sentimiento vago, de ser incapaces de evitar o de poder salir adelante con algo que aún no se ha presentado y es un temor anulante, que puede conducirnos al pánico (imaginando lo peor).

Para otras personas, nuestra angustia puede parecer irreal y hasta absurda, mientras que la suya les parece real y válida.

Desde mi propia experiencia, la mejor terapia –obviamente- es descubrir las causas raíces que generan la angustia y -aunque un especialista competente en ese campo puede ayudarnos a reestructurar nuestros pensamientos, o a considerar que la angustia es como una reacción o un hábito adquirido que puede ser modificado o superado con una supervisión adecuada- aceptar que el camino que se decida recorrer para resolverla, requiere esfuerzo, constancia y autodisciplina, adoptando actitudes más relajadas hacia las cosas, aprendiendo gradualmente a tolerar las dificultades, sin reaccionar con angustia. En cierto modo, es ¡¡llegar a un acuerdo con la ansiedad!!

Un punto común y transversal a la origen de la ansiedad, es entender que la felicidad no proviene sólo de alcanzar nuestras metas prefijadas, sino de cómo se alcancen, y -a menudo- de para qué se alcanzan. Si logramos algo a un precio demasiado grande para nuestra integridad, se rompe el balance interno de nuestro ser y nos alejamos rápidamente de nuestro estado de armonía posible y -por otra parte- si nos alejamos de nuestras metas y nunca logramos concretar nada de ellas, eso intensifica nuestras angustias.

Una vez más, el equilibrio, la armonía y la paz interna, son actores fundamentales respecto del logro de la felicidad: “¡Cuando me amé de verdad, me di cuenta que mi angustia y sufrimientos, no pasan de ser una señal de que voy en contra de mis verdades!”.
Usted puede realizar varias acciones para ayudarse a superar la angustia en sus actividades diarias:
• Separe sus actividades y -a medida que pase de una actividad a otra, de un área de atención a otra- dedique un momento al sosiego (cuando su mente no esté fija en otra cosa). Mantenga la mente en blanco durante ese momento.
• Prenda una vela y -por unos minutos- concéntrese en su flama. Se producirá el “milagro” de que una paz profunda invadirá su ser (estará en armonía con el Cósmico, aun cuando no se dé cuenta de un contacto satisfactorio) y la ansiedad tenderá a desaparecer: Será un remanso de paz dentro de la cotidianidad

Ocasionalmente, cuando descubra que en su mente hay una canción -en vez de angustia- sabrá que el proceso está surtiendo efecto. Usted no tiene que estar condenado a la angustia. La alegría y la seguridad son la herencia de aquellos que aprenden a reconocer y a reafirmar su unión innata con el poder Cósmico.

Puntos de Reflexión
• La angustia es una parte muy común de la experiencia que precede al descubrimiento de un nuevo y extenso grado de dominio personal.
• La angustia es un mecanismo protector normal, el cual nos recuerda: ¡detenernos, ver y escuchar! y después proceder concientemente.
  • Primera etapa...Detenerse: La ansiedad nos dice que no estamos lo suficientemente concientes. Actuar inconscientemente es reducirse uno mismo a la conciencia de una máquina y eso nos deshumaniza.
  • Segunda etapa...Ver y Escuchar: Si no vemos ni escuchamos el peligro que nos rodea, debemos ver también internamente con nuestro ojo y nuestro oído de la mente.
  • Tercera etapa...Proceder Concientemente: Las lecciones que se aprenderán y la comprensión que se adquirirá, estarán incompletas si les falta la experiencia de la participación en la vida. La angustia no desaparecerá sino hasta después de que uno tome parte en la vida concientemente.
• Reconozca que todo lo que usted experimenta ahora -tanto lo agradable como lo desagradable- será reconocido más tarde, como algo que le ayudó a alcanzar su propia meta en la vida.